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La sexología en
la educación, en la familia y en los ciudadanos La sexología es la disciplina que estudia al sexo y a la sexualidad; y como dice Flores Colombino es una disciplina integradora, por lo tanto son pocas las ramas del saber que no estén ligadas a la misma en alguno de sus aspectos. Y si son tantas las disciplinas que se integran y aportan algo a la sexología ¿Cómo no habría de estar presente la educación sexual en las escuelas, si justamente allí es donde comienzan a transmitirse las bases de las distintas disciplinas que en el futuro vocacional se desarrollarán? Lo que sucede con aquellas personas que se resisten a aceptar a la sexología como parte del sistema educativo en los niveles primarios y secundarios es que creen erróneamente que se tratará de entrar al núcleo íntimo de los jóvenes para modificar su modo singular de goce, y esto no se puede hacer, cada uno tiene y tendrá sus particulares modos de registrar su propio goce en la intimidad de su vida psíquica y física, y esto ya viene dado desde la constitucionalidad de su subjetividad desde el primer contacto con la madre en un primer momento y en el ordenamiento de la sexualidad después con el complejo de Edipo y la castración. De lo que se trata realmente es de implementar las mejores herramientas desde el conocimiento científico y humanístico para abordar los temas que si bien pertenecen a la esfera de la singularidad de cada individuo puedan ser expresados socialmente en las relaciones particulares de la mejor manera en un estado de comprensión, respeto y solidaridad. El mundo que heredamos de nuestros padres es el mundo en que hoy vivimos con nuestros hijos. Muchos padres de décadas anteriores, y aún padres de este presente siglo XXI, no fueron ni son capaces de abordar temas como el sexo y la sexualidad en la familia. Les falta preparación para hablar responsablemente en la familia sobre esos temas, pero si falta una preparación es porque tuvieron muy poca o ninguna en su formación como personas, lo cual no los hace menos que nadie, pero es hora de reconocer las faltas y saber que siempre puede haber una recomposición en los modos de enseñar y aprender, en los modos de volver a enseñar y de volver a aprender. En otros casos no es por falta de preparación o porque no sepan nada de sexualidad, sino porque los atraviesa la vergüenza o el pudor de hablar estos temas con sus hijas e hijos, tal vez por ver en sus hijos esa inocencia que ellos perdieron. No se atreven a transferirles sus palabras y saberes sobre sexualidad porque en definitiva no saben si están haciendo bien o mal al decirles o explicarles ciertas cosas que en definitiva puede cuestionar en los niños la vida íntima de sus padres. La familia es el primer núcleo social que comprende la integridad física, moral, espiritual y social de una persona. Es el lugar donde un individuo aprende a convivir en sociedad con otros y por eso es tan importante que el núcleo familiar pueda otorgarle al individuo las mejores herramientas para poder trabajar en la vida sus aspectos como ser social sin olvidar su ser individual y más que con la palabra, el hogar es el centro de enseñanza de los actos. En nuestras vidas actuales, el post-modernismo en el que vivimos desdibuja los contornos y definiciones de los roles y se supeditan más a la relación con el objeto que con la consideración del sujeto. Nuestras percepciones cambian o intentan ser cambiadas desde un ámbito que también nos es desconocido, y eso es lo social, el cuerpo que toman las leyes y las normas por las que nos regimos, de tal manera que reducimos nuestra capacidad a comprender solo aquello que nos hace bien o nos hace mal, lo que nos enriquece o nos empobrece en contenidos subjetivos. Algo similar sucede con la introducción de materias de educación sexual, se piensa en la desvirtuación de la inocencia de los niños cuando en realidad los chicos de grados inferiores están muchísimo más expuestos a la mala educación sobre sexo de lo que se cree en el elaborado y simbólico mundo de los adultos. Los niños de hoy en las ciudades no se acuestan temprano, salvo en aquellos casos que van a la escuela por la mañana, y la televisión, que es el medio de entretenimiento por excelencia en el hogar, muestra durante todo el día escenas relacionadas con el sexo y la sexualidad de manera no siempre correcta, es decir que en muchos casos existe la burla, la desvirtualización y la transmisión de malas interpretaciones sobre el caso. Y los dibujos animados para niños, tienen en la mayoría de los casos, los dibujos mentales de los adultos movidos por el deseo, la violencia, el odio, el racismo, la angustia, la venganza y la guerra, antes que por la formación educativa hacia formas expresivas de creación y fortaleza de nuestras aptitudes. Las palabras "traba", "travesti", "puto", "puta", "fifar", etc, las escuchamos diariamente en boca de chicos de menos de seis años, además que muchas veces se preguntan si lo que están viendo es un hombre o una mujer y por qué es así y hasta hacen chistes con los dibujos animados a los cuales también los niños les otorgan contenidos sexuales en forma de bromas. Lo hacen porque es lo que ven en la televisión, un medio de entretenimiento por una parte, pero formativo también por otra. Muchos padres en su cansancio y agotamiento después de intensas jornadas de trabajo, prefieren ver televisión y mandar a sus hijos a ver televisión a sus habitaciones, con la inocente creencia que la televisión de los padres muestra contenidos adultos mientras que la televisión de los hijos muestra contenidos sanos y correctos. No es así. Pocos padres se sientan con sus hijos a ver dibujos animados y otros programas en los cuales pueden establecer un diálogo educativo y formativo desde una legítima autoridad, la mayoría elude ese compromiso sencillo y a la vez tan importante para el desarrollo posterior del niño y deslinda la responsabilidad a la escuela. Entonces si la escuela tiene la responsabilidad de enseñar sobre el mejor modo de socialización de los niños para convertirse en civiles dueños de sus actos, deberá enseñar los mejores modos de expresar su individualidad sin que por ello entre en conflicto con otros ni consigo mismos. Pero aquí me permito acotar algo más: la escuela es el agente externo a la familia que forma e informa desde el conocimiento, pero la calle, el barrio, la sociedad en general también debe asumir su rol de escuela no formal, es decir que todos de alguna manera, estamos enseñando a partir de nuestras palabras y acciones algo de lo que la cultura nos ha dejado en nuestra subjetividad, desde el tirar un papel en la vereda hasta las formas mas elementales de respeto en el trato con los demás. Concientizar al ciudadano medio de esto mismo puede empezar solo con la frase: "Qué estamos haciendo para cambiar y ayudar mejor a nuestros hijos" "No somos responsables de lo que hicieron con nosotros, pero sí somos responsables de lo que hacemos con aquello que nos hicieron." Jean Paul Sartre Miguel Ángel Arce Consultor Psicológico (Counselor) Especialista en Desarrollo Personal Sexología Educativa (Fac. Medicina UBA) Sexología Clínica (Fac. Medicina UBA) Bioetica Clínica arcem@clinicamente.com.ar |
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